Julio 9, 2011
Esto es una bomba de tiempo en nuestras manos.
Eventualmente nos estallará en la cara y no sabremos qué hacer con los pedazos de nosotros que se esparcirán en el viento con las hojas caídas de los árboles en este otroño.
Y tal vez en mis manos quede alguna pieza tuya que me recordará los días de locuras y pasión, y tal vez en tu boca caigan pecios míos que te besen y te hablen de lo que siempre callé.
Paradójicamente la detonará el silencio, por todo lo que guardamos en el desván de los miedos que nos grita la razón y será ese acumulado, el catalizador para la explosión que nos lleve a nuestro día final.
Como chispas saldrán disparadas las palabras que pensamos, que sentimos, que guardamos y nunca dijimos; y será doloroso sentir que nos calcina por dentro lo nunca dicho, lo nunca hecho y aún peor, lo que nunca diremos, haremos o seremos.
Nubes de humo negro nublarán nuestra mente y opacarán los recuerdos, la melancolía y el arrepentimiento quizá nos robe el aire por algún tiempo. Sin embargo, cuando la brisa la disperse, probablemente ya se habrá llevado las memorias de lo que quisimos ser y seguiremos adelante con el cielo despejado para escribir nuevas historias.
Buena suerte con las huellas que inevitablemente te dejaré, pues suelo ser de las quemaduras de tercer grado.
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