Todo es tan confuso por estos días. El cielo cambia de color inesperadamente…Oscuro, nublado y melancólico cuando no estás; azul, soleado, brillante y apacible si te asomas a mi puerta o sencillamente siento un aire sosegado al escuchar tu voz.
De repente mi corazón late impetuosamente o de repente se queda inerte y al tenerte, es como electricidad recorriéndome de pies a cabeza, como volver a nacer y sentir la vida correr por mis venas.
Súbitamente todo es ambiguo, no puedo distinguir entre la calidez de tu abrazo inocente o la ardiente llama que me abrasa desde adentro al sentir tu respiración caminar vagabunda en mi cuello… Ya no puedo separar una cosa de la otra, el límite se ha tornado difuso, como si ahora fueran dos caras de la misma moneda.
De un momento a otro, tu beso no eriza solo mi piel sino toda mi alma y podría perderme en la senda incierta de tu boca. De repente te deseo con más fervor que nunca y te quiero cerca; te quiero mío aunque sienta que siempre me serás ajeno, imposible como suele ser todo lo que más he amado.
Y no importa si vive o muere el monstruo que desde hace tiempo alimentamos sin querer, si me quema en el pecho lo que nació para morir, si logro juntar suficientes pedazos de ti, si de la nada te gano o te pierdo del todo; no importa cuantas huellas dejen mis manos en tu cuerpo, cuantas paginas de tu vida tengan mi nombre o cuanto te griten mis silencios si tú no quieres sentirme y te ocultas con tu máscara de hielo…No, no importa cuanto te mire si tú siempre tienes los ojos cerrados.
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