Córtenle las alas!
Quítenle las flechas!
Que no cobre más victimas
El farsante del amor!
Se hace pasar por ángel
Pero ha de ser demonio
Desármenle de prisa,
Para su condenación.
Se le acusa de estafa y fraude,
De acabar con espíritus sin compasión alguna,
Sus victimas predilectas eran corazones
Que rasgó con puntería,
Con parsimonia y sin remordimientos,
Vendedor de sueños fraudulentos,
Y de utopías por realidades,
Malditas sean sus habilidades
Para hacer fiesta con los sentimientos.
Y las mentiras y espejismos,
Parecían tan bellas y tan reales,
Alucinaciones y pesadillas,
Esclavos del amo y señor del juego,
Que disfruta cruel y alimenta su ego
Y a cuentagotas desangra almas.
Nos rebelamos contra tu regimen
de ires y venires de falsedades,
nos hastiamos de los engaños,
infidelidades, despechos y decepciones;
quimeras, delirios y desvaríos,
y de lamer heridas nuevas, viejas e interminables,
no más lágrimas, no más dolor.
Llego tu hora maldito engendro
Zángano, entrometido y manipulador
Esta turba enardecida
Está sedienta de tu sangre,
Quiere venganza y desquite
Por cada saeta asesina de ilusión.
Admiren señores su sonrisa cínica,
Y alza su voz en canción armónica
Entonando el réquiem de su hora final
Será degollado y luego en su pecho
Uno a uno clavaremos un puñal.
Concedemos a Cupido sus últimas palabras,
Y portentosamente, su sonrisa no se va
Anuncia claramente nuestra peor condena,
Y se regodea con fuego en su mirar:
“Aunque muera degollado y me claven mil espadas,
Y sobre el charco de mi sangre,
Hagan danzas de alegría, y hagan tal algarabía
Porque Cupido falleció,
Tendrá todo ser humano el ávido deseo
De vivir en el mundo para amar y ser amado
Pues quien una vez lo ha probado
Cual droga, se hace adicto
Al placer, al dolor y al sinsentido,
Y siempre será un esclavo del verdugo del amor.
Mi trabajo ya está hecho”.