No me cargues con culpas que no me pertenecen, que las mías
ya me traen con exceso de carga.
No me digas que soy inútil o estúpida. Estoy demasiado sensible.
No me digas que soy inútil o estúpida. Estoy demasiado sensible.
No me juzgues por lo que fui; intento huir de mi peor versión
y perdonarme me cuesta. No ha sido fácil derrotar sola al monstruo que tantos
ayudaron a crear.
No insistas en que nunca cambiaré o en que repetiré mis
errores anteriores o en recordármelos uno por uno; yo mejor que nadie los
conozco, por eso intento resarcirlos.
No me pidas que no me queje; sonreír y callar es un disfraz
elaborado que no todos los días quiero vestir. Déjame gritar, llorar, maldecir
por dolor o rabia… a mi misma, a ti, al mundo.
No me digas que respire si el aire a veces pesa.
No me hables de paciencia o esperar que el tiempo pase; ha
pasado tanto tiempo y la mierda no se va. Estoy harta del aguante que tanto me
exigen.
No me exijas fortaleza; las fuerzas a veces me abandonan.
Tengo derecho a pedir ayuda o a echarme al suelo si no puedo más.
No me mandes a callar por favor. Las palabras a veces me
desbordan, necesito alguien que me escuche sin sermonearme con todo lo que ya
dije.
No tengas lástima de mi, no me mires acabada aun cuando así
me sienta. No esperes que lo pida porque los restos de mi orgullo no me dejan. Dame
la mano, levántame, abrázame, escúchame, guarda silencio y ámame, demuéstrame,
sosténme, acompáñame en mi infierno mientras pasa la oscuridad y resguardame en un abrazo, y dibújame el
sol en un beso y una mirada que me ayude a mantenerme en pie cuando no me soporto ni yo misma, cuando no puedo conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario