Escuché tu voz del otro lado de la bocina y el corazón me dió un vuelco...Desperté justamente pensando en ti.
Me pregunté cómo estabas y gracias al cielo todo estaba bien, excepto lo que sea que quisieras decirme. Al parecer te atormentaba un poco esa cuestión.
La tarde se me hizo lenta y no pude concentrarme en nada, solo sentía la acuciante curiosidad de saber qué era eso tan importante que querías contarme. Pensé en miles de posibilidades y reí con varias insólitas ideas que cruzaron por mi mente.
Cuando al fin te tuve en frente, sentí mis piernas tambalear y presentí que las palabras que dirías a continuación, cambiaría quienes eramos y seríamos de ahí en adelante.
Empezaste divagando en los asuntos de tu vida... que si el trabajo, la familia y tus hazañas, alardeando de tu inteligencia y superioridad; después de todo te crees justo lo que eres no?
Sonreí ante tu vano intento por dilatar el asunto y decidí que era el momento de hacerte callar: "Y bien...Dijiste que querías decirme algo importante y asumo que no tiene nada que ver con todo lo que has mencionado. Así que empieza a hablar...Pecaste con mencionarlo, sabes que soy curiosa"-Te dije intentando llevarte al motivo de nuestro encuentro.
Bajaste la mirada, se dibujó esa media sonrisa entre triste y tímida que bien conozco y me pareció verte sonrojar por un momento. Empezaste enumerando momentos juntos y preguntándome si recordaba detalles de tus cartas y entonces empecé a comprender a donde querías llegar: "Me enamoré de ti, amiga".
Mi corazón se aceleró y mi mente empezó a buscar posibles respuestas y explicaciones que debía darte para cuando terminaras tu discurso.
Rastros de antiguos sentimientos y confusiones emergieron del cuarto imaginario donde tantas veces guardamos juntos nuestras penas, recuerdos y temores. Alguna vez sentí que te quería más de lo debido, alguna vez pensé en tenerte para mi, alguna vez deseé que me amaras como amabas a las musas de tu vida, alguna vez quise que estuvieras al alcance de mis manos, alguna vez pensé dejarlo todo por ti....pero hacia mucho tiempo que me había deshecho de eso y ahora solo podia pensar en tener cuidado la próxima vez que deseara algo. Supe que en el instante en que te detuvieras y el silencio reinara, no sabría absolutamente nada y me maldije por insistir en que abrieras la boca.
De repente callaste y me sacaste de mis cavilaciones con tu habitual "aja! habla". Esta vez fui yo quien bajó la mirada y sentí tu delgada mano levantar mi mentón obligandome a mirarte a los ojos... ¡tus benditos ojos! anhelantes de una respuesta.
Mi orgullo evitó que volviera a desviar la mirada y la sostuve pero sin pronunciar palabra. Vaya desorden en mis pensamientos, grité tantas cosas en mi mente pero no pude articular ninguna. Cuando al fin quería decirte que tu confesión llegaba a destiempo y que por favor no me enredaras la vida con promesas y posibilidades fueron tus labios quienes actuaron.
Tus manos apretaron mi rostro, tu lengua arremetió buscando la mía y me besaste con una ansiedad casi violenta. Cuando pude reaccionar sonreí aliviada pues el beso discipó cualquier duda, temor o pensamiento aleatorio; podría definirlo como esclarecedor: No sentí absolutamente nada.
Entonces pude responder: "Si lo hubieras dicho tiempo atrás, tal vez habría dejado todo por ti, pero no fuiste capaz de verme antes y aún ahora, no me ves realmente como soy sino como una musa más de tus múltiples historias. Hagamos lo que mejor nos sale, ser los amigos que, a nuestra particular manera, hemos sido siempre".
Creo que esperabas una respuesta diferente, pues por primera vez en el tiempo de conocernos, te habías quedado mudo. Me despedí con un abrazo y te pedí que no volvieras a desaparecer como solías hacerlo, aunque en el fondo tenía claro que siempre seríamos intermitentes el uno para el otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario