Marzo 18 de 2012, 4:10 am
Siempre me ha costado escribir para ti o sobre ti. Intento plasmar u organizar el remolino de sentimientos, sensaciones, imágenes, palabras que flotan en mi cabeza cuando te pienso y solo logro escribir una o dos líneas sin sentido. Creo que mantengo la mala costumbre de verte intocable cuando en realidad siempre estás más cercano de lo que pienso.
Siempre me ha costado escribir para ti o sobre ti. Intento plasmar u organizar el remolino de sentimientos, sensaciones, imágenes, palabras que flotan en mi cabeza cuando te pienso y solo logro escribir una o dos líneas sin sentido. Creo que mantengo la mala costumbre de verte intocable cuando en realidad siempre estás más cercano de lo que pienso.
Temo que critiques la forma en que escribo...Lo sé, soy una tonta, muy probablemente no te importan en mi caso los versos o la prosa; cuando de develar lo que sentimos se trata la forma pasa a segundo plano.
También se que debes extrañar la calidez de mi sonrisa, el rubor de mis mejillas y el brillo de mi mirada tanto como yo extraño tus ojos escrutando mi alma, tus bromas sobre mis orejas y el típico apretón de mi nariz.
Estúpidamente temo los reclamos por mi prolongada ausencia y dilato el momento de salir corriendo a tu encuentro, a escuchar tus historias tristes o alegres, a verte oscilar entre el gris y el azul, a volver al andén donde éramos solo tú y yo sin etiquetas para esta conexión extraña de límites difusos que nos une y a veces, creo que es más fuerte de lo que podemos imaginar.
Y es que tú estás tan metido en mi piel que aunque no te viera durante el resto de mi vida, seguirías viviendo cerca de mí, en ese rincón tan tuyo de mi corazón, en las páginas de mi libro con tu firma, en el pensamiento que te dedico cada día y en cada latido inspirado por ti.
Eres el hombre al que llamo amigo porque no encuentro el término adecuado para definir ese cariño profundo y sincero que va más allá del tiempo y la distancia. Eres el tipo que se ganó mi respeto, mi admiración, y quien marcó mi vida para siempre; y tal vez por motivos que ni yo misma alcanzo a comprender, no he sabido aprovechar todo lo que me ofreces ni demostrar a plenitud lo mucho que significas para mí.
Sin embargo, espero que aunque sea vagamente, tengas una idea de lo mucho que te quiero y que siempre lo he hecho, que cada día agradezco por ti y pido al Padre que te cuide, te ilumine, te colme de bendiciones y que te haga un instrumento de su paz y su amor infinito. Que te de la felicidad y la tranquilidad que te mereces y que mi calidez y mi cariño inmenso y puro hacia ti, te abrace donde quiera que estés a cada momento, sobretodo cuando sientas que lo necesitas o lo echas de menos.
Quizás tarde mucho en volver a verte, en buscarte o en encontrarte en la calle por casualidad (?) como suele juntarnos la vida, pero por lo pronto, te dejo en este escrito con lo mucho que te extraño, de los pocos que me fluyen en el papel, pero que se escriben día a día en el apartado de mi mente que lleva por título tu nombre.